El otro día iba
en el carro y me acordé de unos anuncios publicitarios de Jhonny Walker. Era de aquellas vayas que
siempre afirmaban algo positivo, pero luego retaban a algo aún mayor. Una de
las vallas decía: Leer o ser leído. Otra: Ganar o romper un récord. ¿Se
acuerdan?
Siempre pensé
que esas vayas podían verse desde dos perspectivas. Podían verse como un
mensaje orientado a fomentar una ambición insana o una especie de egoísmo; un
querer llegar a lo más alto cueste lo que cueste. Al contrario, también podría
decirse que esas frases son una invitación a vencer el conformismo y a aspirar
ideales fuera de lo común. Más que soberbia, buscan fomentar la magnanimidad.
¿Cómo saber cuál es el enfoque correcto? La respuesta es simple: aquél que
ayudara a vender más Whisky. Pero a mí
me llamó la atención que la misma propuesta: leer o ser leído, puede significar
magnanimidad o puede significar soberbia. ¿Cuándo es magnanimidad y cuándo es
soberbia?
Creo que la
balanza se inclina hacia uno u otro lado dependiendo de la finalidad con la que
se asume el reto. ¿Qué busca una persona cuando aspira a algo? ¿Qué quiere
lograr fulano cuando emprende la conquista de realidades ambiciosas? La
respuesta a esa pregunta hará de esa persona, de ese fulano, un gran hombre,
una gran mujer o un hechón insoportable. El gran hombre o la gran mujer es la
que aspira a la realización de esas realidades ambicionas no solo en función de
su crecimiento personal, sino también en función del bien que puede hacer a la
sociedad. El hechón o el guillúo, tiene grandes aspiraciones porque espera
grandes honores y destacar él en la sociedad.
Romper el récord
para ascender en el ranking del atletismo: cosa buena. Romper el récord para
ascender en el ranking de atletismo y además, dejar en alto la bandera del país
que representas: cosa aún mejor. Pasar del primer al segundo nivel es una
cuestión de actitud, ¿lo hago por mí o lo hago para el mundo?