Cada decisión libre tiene consecuencias externas de las cuales el sujeto es responsable. Esto es casi universalmente conocido y aceptado. Lo que se conoce menos es que también la propia persona que decide se hace mejor o peor en la medida que sus decisiones sean o no acertadas.
En este sentido, cabe decir que es importante decidir bien porque aunque las consecuencias externas sean leves y pasajeras o serias y duraderas, ante una decisión moralmente mala el peor daño se lo hace la propia persona. Como ser humano, se hace peor porque su capacidad de conocer y hacer el bien se debilita.
Usar bien la libertad no es solo una responsabilidad hacia los demás sino también hacia uno mismo. Esto puede ayudar a conseguir un respuesta a la pregunta ¿porqué esto está mal sino si no le hago mal a nadie?
Porque te haces daño a ti mismo.