Decía Pascal: el corazón tiene razones que la razón no entiende.
Blaise Pascal |
Desde muy niño he escuchado las críticas a mis
padres por tener muchos hijos (tuvieron 9). Los argumentos que escuchaba me
resultaban razonables, y, sin
embargo, vivíamos tan felices que al mismo tiempo me sonaban ilógicos. Por ello, pasados los años,
cuando leí o escuché la frase de Pascal quedé cautivado por ella. Veía
expresada de un modo muy bello, aquello que desde niño intuía: la vida es el
resultado de decisiones que se toman con la cabeza pero también con el corazón.
Estoy convencido de que dar espacio al corazón es
el camino para llenar la vida de emoción y aventura. Los racionalistas son
aburridos y poco originales. No digo que haya que contradecir la razón pero si complementarla con las aportaciones de
un corazón recto.
El corazón es una potencia del hombre que
responde a la llamada de un bien sensible. Por un lado, está la llamada del
amor. Por otro, la llamada de nuestras pasiones. El bien sensible que busca el
amor es la felicidad de lo amado. Las pasiones buscan el bien en la
satisfacción de los gustos personales.
Cuando la razón es habitualmente superada por
un corazón que responde al llamado de las pasiones, el hombre se busca así
mismo, su mundo es su propia persona y, por consiguiente, se cierra a lo distinto.
Con el tiempo, un corazón que solo funciona así, acaba convirtiendo a su dueño
en un auténtico egoísta. En alguien que juzga que el universo existe para
complacerlo a él. Algo muy característico del relativismo moderno.
Por otro lado, cuando la razón es superada por
un corazón que responde al amor, el hombre sale de sí mismo, vive para causas o
personas que lo trascienden y se engrandece. Es feliz haciendo felices a los
demás. Bien reflejada queda esta actitud, en unas palabras que escuché del fallecido senador americano John McCain: “Nada en la vida es más liberador que luchar por una causa más grande que uno mismo, algo que te engloba pero que no está definido solo por tu propia existencia”.
Deseo para todos que el 2019 sirva para que aprendamos
a escuchar y obedecer esta llamada del corazón al amor. Ampliará el horizonte
de nuestra razón y llevará nuestra vida por aventuras emocionantes, valiosas y
que harán a mucha gente feliz. Como la que han tenido
mis padres con sus nueve hijos.