-
Pregunta
el oyente: Si tengo el dinero, ¿puedo comprar lo que yo quiera?
-
Incorrecto.
No es exactamente así, contestó el conferenciante. Y siguió: La decisión de comprar
no es solamente un asunto de capacidad
adquisitiva.
-
No
entiendo. Cuando uno va a comprar o gastar, estudia cuánto dinero tiene y si el
precio de lo que quiere es razonable. Si coinciden el poder adquisitivo y un
buen el precio, no hay nada más que pensar.
-
Comprendo
tu razonamiento pero tiene una premisa falsa. Fíjate, cuando se va a hacer un
gasto no solo se debe considerar con cuánto dinero se cuenta y la razonabilidad
del precio. Hay otros factores que deben intervenir en la decisión. Por ejemplo,
(el conferenciante empezó a escribir en una pizarra, luego fue explicando):
o
LA
NECESIDAD. Comprar no es un fin en sí mismo. Es la acción que nos permite
adquirir bienes y servicios. Por lo tanto, conviene preguntarnos, este bien que
quiero comprar o servicio que quiero contratar, ¿lo necesito? ¿por qué lo
necesito?
Esta
pregunta ayuda a fijarnos en lo que verdaderamente hace falta y no en tonterías
que muchas veces son simplemente moda y afán de aparentar. Además, permanecemos
con el dinero ahorrado para momentos de una verdadera necesidad. En los
momentos de dificultad ¡cuánto se lamentan los gastos tontos hechos en los
momentos de abundancia!
o
EL
AMBIENTE. Entre los afectados del consumismo desenfrenado está nuestro planeta
tierra. Precisamente, el gasto innecesario ha generados toneladas de basura con
cosas que estaban funcionales pero que la moda o la publicidad “obligó” a
sustituir.
Considerar
si realmente hay que sustituir un bien y si realmente está dañado, si se puede
arreglar es una consideración a tener en cuenta al momento de comprar. Es un
modo de contribuir al cuidado del ambiente reduciendo la producción de basura.
o
FINANCIAMIENTO
DE ONG. Es costumbre que las empresas financien organizaciones sin fines de
lucro u entidades o personajes políticos. Algunas de estas organizaciones o
entidades pueden impulsar y trabajar por valores que no son compartidos por
aquellos que consumen sus bienes o servicios. De este modo, inconscientemente
se está aportando económicamente a una causa que contradice el propio modo de
ver la vida.
Por lo
tanto, en la medida de lo posible, conviene saber qué tipo de iniciativas
financian los productores de los bienes que consumo con mayor frecuencia. En
Internet hay muchas listas disponibles.
Por ejemplo, concretamente para empresas que financian Planned
Parenthood, aún después de que se publicaran los videos que muestran cómo
trafican con órganos humanos, puede verse esta lista: http://dailysignal.com/2015/07/21/meet-the-41-companies-that-donate-directly-to-planned-parenthood/
o
LUCHA
CONTRA LA POBREZA. Acabar con la pobreza es una responsabilidad de todos. No
solo de ONG o de los Gobiernos. Por lo tanto, al comprar debemos también pensar
en tantos ¡millones! de personas que no tienen para comer, para vestirse y
mucho menos para cubrir una educación de calidad. Gastar sin considerar esta
realidad, es una irresponsabilidad o al menos una falta de consideración. Nuestros
hábitos de consumo nos tiene que hacer considerar qué aportación hacemos a la solución
de la pobreza.
Luego, mirando a su interlocutor, resumió:
-
¿entiendes
porqué comprar no es solo una cuestión de poder adquisitivo y buen precio? Conviene
pensar, al menos, en si verdaderamente necesitas hacer ese gasto, si con eso
cuidas el medio ambiente, si contribuyes a impulsar causas contrarias a tus
valores y finalmente, si no podrías ayudar más a aliviar la pobreza.
-
Entiendo,
contestó el estudiante sorprendido.
Una mano se alzaba al fondo del salón:
- ¡Adelante! Dijo el conferenciante.
- ¿No
es esto lo quiere decir el Papa cuando dice que comprar es un acto moral?
-
Pienso
que si – contestó el profesor –. El Papa nos quiere hacer saber que no solo las
empresas tienen una responsabilidad social, sino también los consumidores. Del
modo en que tú y yo gastamos el dinero depende de que el mundo se haga peor o
mejor. Espero que escojas esto último.