Mi mamá y mis hermanas, ellas me han enseñado cómo debe comportarse una mujer |
Hace unos meses di unas conferencias sobre uso
responsable de las redes sociales en un colegio. Lo he hecho muchas veces y siempre
es un poco intimidante enfrentarse a un auditorio con cien adolescentes que
viene a oírte hablar sobre ese tema. Pero la verdad es que fue una audiencia
estupenda. Como se verá a continuación.
Entre los temas que abordo está el sexting. Una
conducta que consiste en tener conversaciones sexuales por mensajes de texto. Estas
conversaciones incluyen -como en cualquier otra- fotos, videos, audios, etc. Las encuestas reflejan que el sexting es una realidad
más que común en los adolescentes actuales y a la que se exponen con poco
conocimiento de los riesgos. Suelo abordar este tema de modo distinto entre varones
y muchachas y por eso, antes de empezar hago la aclaración de que voy a
dirigirme por separado a cada grupo.
El argumento principal que los varones utilizan
para comenzar estas conversaciones sexuales es presentarlas como una
manifestación de confianza y cariño: “Si me quieres, cuéntame esto…”, “Si
confías en mí, envíame una foto desnuda…”, “Si no me hablas de tal tema,
es que no me valoras”, etc. Es una manipulación, que, acompañada de la
insistencia, lamentablemente surte efecto en no pocas ocasiones.
Por eso, cuando en la conferencia mencionada, empecé
a hablar a los varones, abordé esa estrategia directamente. Intenté hacer lo
que siempre intento, apelar a la conciencia de mis oyentes, para ayudarlos a
reconocer ante sí mismos que lo que subyace en esos comentarios tiene poco de
amor, y mucho de lujuria. En inglés, las palabras facilitan la explicación porque
son similares: its not love, but lust. Procuré hacerles pensar que quienes manipulan
son cobardes, personas que no saben vivir con la verdad. Dije además, que deben
ser conscientes de que las muchachas sufren mucho con esta manipulación y presión.
A algunas las lleva a hacer cosas de las que luego están profundamente arrepentidas.
Un verdadero hombre – concluí - no manipula a las mujeres. Al contrario, es
capaz de respetar su intimidad para demostrarle que la valora por mucho más que
su cuerpo. Apenas terminé de decir estas palabras, todas las mujeres del
auditorio estallaron en un sonoro aplauso.
Sonreí y noté claramente que había logrado
llegar a la audiencia. Luego continué hablando a las mujeres. Les pedí perdón
por las veces que los hombres hemos sido cobardes y abusadores. Y les sugerí
que ellas también tenían un arma muy fuerte para evitar la presión y la
manipulación masculina. Es un arma relativamente sencilla y consiste
simplemente en no provocar al varón. Les expliqué que, a diferencia de
las mujeres, los hombres son especialmente susceptibles a la estimulación sexual
a través de la vista. Por lo tanto, que
si ellas libremente se exponen en las redes sociales con fotos, videos o
comentarios excesivamente provocativos es como si dijeran al varón “aquí estoy
para ser manipulada”. Por el contrario, he oído a varones decir “por las fotos
que postea, no te metas con ella, se va a dar a respetar”. Por lo tanto
-dije para terminar-, los varones deben ser más educados, y, ustedes las
muchachas, deben intentar no provocarlos. De esa manera, los ayudan a ellos y
les aseguro, que ustedes mismas se ahorrarán mucha presión. No me lo esperaba,
pero todos los varones del auditorio empezaron a aplaudir.
Para mi fue imposible no pensar que, en ese
salón, lejos de todos los debates ideológicos, surgió espontáneamente el deseo
del hombre y de la mujer de respetar y ser respetadas. Y se puso también en
evidencia que todos sentimos que crear una sociedad sin agresión y abuso sexual, donde se respete la dignidad del
hombre y de la mujer, es un trabajo en equipo. Ambos, ellos y ellas, tienen algo
que aportar.