sábado, 30 de enero de 2010

Una fortaleza que urge aprovechar.

 

El tiempo se va ocupando de que exista un relevo generacional en todas las esferas de la sociedad. Hasta hace algunos meses, participé en las luchas que se libran desde las universidades del país. Hoy, son otros quienes deben dar y liderar esa batalla. Sin embargo, queda en mi memoria el recuerdo imborrable de muchos momentos y experiencias vividas durante los años de mi lucha estudiantil. Siguiendo el consejo de la autora del artículo The value of memorie publicado en este blog, pienso revivir esta historia para que el conocimiento del pasado enriquezca las herramientas para formar juicios y tomar decisiones sobre el presente.

En la mañana de un sábado varios amigos nos reunimos en un centro comercial de Caracas. El propósito era encontrarnos ahí para luego salir a una caminata que recorrería algunos sectores de Petare, un barrio situado al este de la capital venezolana. Es el más populoso del país y también, es de los más violentos. 

Estábamos sentados disfrutando de unas empanadas con guasacaca y salsa picante mientras llegaba la gente. Paulatinamente el grupo de jóvenes fue acrecentándose, fueron formando varios grupos de conversación. Había una especial emoción porque una de las organizaciones que estaba participando estaba estrenándose y sus miembros manifestaban constantemente la alegría de quién asume un proyecto que tendrá consecuencias importantes.

Entre la gente con la que yo conversaba, se encontraba una muchacha que comentó que ella había salido de su casa esa mañana con mucha ilusión pero con el temor de que podría no regresar. Las historias y cuentos que se oyen de lo que pasa dentro de Petare hacen en cierto modo comprensible el miedo de esa compañera. Ella, dijo que se había despedido de su papás consciente de que capaz nos los volvería a ver.

¿Es exagerado su miedo? Eso no me interesa. Lo que sí es relevante es valorar la fortaleza y el coraje que supuso para esa muchacha estar ahí. Ella sí veía posible no regresar pero a pesar de ello estaba ahí. Estaba porque sabía que era importante y que el país la necesitaba. Eso es fortaleza, eso es valentía. Esa misma fortaleza existe en muchos corazones universitarios y liceístas. ¡Sí la hay! ¡La han demostrado! Hombres y mujeres dispuestos a sufrir por la causa de la libertad.

En estos días que se viven en Venezuela, es necesario recordar que esa fortaleza está presente. Hay que ponerla al servicio de la libertad con una resistencia pacífica que no es lo mismo que pacifismo. Solo puede decirse que se han cumplido los objetivos de una protesta si se ha puesto en evidencia la injusticia y la arbitrariedad del régimen. Solo hemos contribuido al país si se ha dado testimonio con las acciones de la verdad. ¿Cuál verdad? En Venezuela vivimos un totalitarismo.

A los líderes estudiantiles: no teman ser tildados de radicales y de violentos. Promuevan la resistencia activa, desobedeciendo la autoridad ilegítima y haciendo saber la verdad. Fomenten la esperanza. Tengan la certeza de que con la fortaleza que subyace en muchos corazones se puede dar la batalla e iremos destruyendo el totalitarismo chavista y refundando la República de Venezuela.

miércoles, 6 de enero de 2010

"Nuevos" Héroes





Al leer estas líneas sentí la necesidad de difundirlas.


Por: Belisa Guzmán De Navarro

A la muerte de Rafael Caldera hago un llamado a mi generación, los jóvenes, para reflexionar acerca de la historia contemporánea de Venezuela, y ver hacia atrás con la cabeza en alto a esa llamada generación del 28 que obtuvo con muchísimo esfuerzo, en 1958 después de 30 anos de lucha, ese logro tan buscado, la Venezuela Democrática, que prácticamente fundaron de la "nada", siendo pionera en el continente y ejemplo para muchos.

Una Venezuela que como jóvenes (nací en 1984), recordamos poco, porque desde hace 10 anos, hemos estado sumergidos en un régimen totalitario que se esfuerza por pintar "los 40 años" con su peor rostro posible. Una democracia, que subestimamos, porque tuvimos fallos en la enseñanza de la historia del siglo XX en nuestros salones de clases y porque en nuestra infancia oímos duras críticas contra ella.

Pero nos equivocamos, muy a la ligera se critican los errores y nos cuesta reconocer los méritos y cosas buenas que durante esos 40 años se lograron. Esos años han sido los únicos de la nuestra historia, en donde gozamos de alternabilidad de poder, elecciones limpias, tolerancia hacia diferentes corrientes políticas, autonomía de poderes públicos, libertad. En una sola palabra DEMOCRACIA.

Hoy, a pocos días de la muerte de Caldera, veo el pasado y me reconcilio internamente con la historia del siglo XX de mi país, reconozco que hubo errores de los que debemos aprender para no volver a cometerlos, pero admiro con sencillez lo mucho que lograron. Hombres como Betancourt y Caldera son mis "nuevos" héroes, quienes lograron vencer la autocracia y hacer un país mejor. Tomemos su ejemplo para avanzar con paso firme y buscar las soluciones que Venezuela reclama.
"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke