domingo, 15 de abril de 2012

Maldad no, ignoracia.



Nuestro mundo es mucho mejor de lo que parece.

Un día me contó un amigo que estaba muy contento porque había decidido cambiar determinadas conductas al enterarse de que no eran moralmente rectas. Como conozco bien a esta persona, puedo concluir con certeza, que en su conducta pasada –aunque inmoral- no había una voluntad malvada.  Entendí una verdad muy sencilla: que en la mayoría de las equivocaciones humanas, no hay mala voluntad; hay simplemente, o desconocimiento de que determinada conducta es un error o desconocimiento del modo correcto de actuar.

Cara a los males sociales que sufrimos (violencia, drogas, divorcio, aborto, etc.), este es un panorama muy esperanzador.  Lo que implica es que las personas quieren ser buenas pero ignoran como llegar a serlo. El problema no es de mala voluntad, el problema es de ignorancia.

Y así como la mentira se subsana con la verdad, la ignorancia se atiende con la formación. Es necesario plantar cara y saber desmontar el criterio social imperante,  en el que lo bueno o malo se reduce a consideraciones de tipo ideológico o de mayorías.

Debe ayudarse a los jóvenes, desde edades muy tempranas a que  aprendan a distinguir lo bueno de lo malo. Principalmente los padres tienen esta responsabilidad, aunque la responsabilidad se extiende a todos los que participamos en el proceso educativo de la juventud.

Si enfocamos nuestros esfuerzos en educar conciencias moralmente rectas, muchos de los problemas sociales irán desapareciendo prácticamente solos. 
"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke