miércoles, 25 de febrero de 2015

11 ideas para ayudar a estudiar a tus hijos

Este texto intenta ofrecer ideas prácticas de lo expresado en el artículo ¡Que jueguen los niños!(http://juanantoniobg.blogspot.com/2015/02/que-jueguen-los-ninos.html).
Recomiendo que lo lean para entender mejor lo aquí transmitido. 


Las 11 ideas:
1.       Proponer metas para cada sesión de estudio y no interrumpirlo hasta lograrlas. Por ejemplo: definir un tiempo continuo de estudio, fijarse un determinado número de capítulos o páginas, acabar unas determinadas asignaciones. Esto ayuda a fomentar la constancia, la perseverancia y el espíritu de sacrificio. 

2.       Enseñar que cuando no se entiende algo, conviene pedir ayuda en vez de abandonar la tarea. Esto ayuda a fomentar la humildad (conciencia de necesitar ayuda) y la costumbre de pedir consejo.

3.       Enseñar a preparar un plan de trabajo. Organizando los deberes por importancia, urgencia y dificultad. Esto ayuda a desarrollar la prudencia. Es decir, escoger los mejores medios para alcanzar un fin.

4.       Transmitir un claro orden en la jerarquía de las cosas. Primero estudiar, luego jugar. Esto constituye un apoyo para el desarrollo de la fortaleza. Se hace lo que se debe, no lo que provoca.

5.       Tener bien definida la zona de trabajo y disponer de los materiales necesarios para trabajar sin interrupciones. Esto facilita exigir que se cuiden las cosas y que se recojan y dejen en su sitio al terminar.  Se ayuda a los muchachos a ser más ordenados.

6.       Procurar que los trabajos queden bien terminados, cuidando los detalles, sin prestar atención exclusivamente al resultado final. Así potenciamos la profesionalidad y la laboriosidad. No solo es importante trabajar, sino, sobre todo, trabajar bien.

7.       No consentir en los plagios, “copy/paste”, o copias arbitrarias del material de otros compañeros. De este modo, se realza el valor de la sinceridad y la honradez intelectual.

8.       Evitar comer o escuchar música mientras se estudia o se trabaja. “Con música estudio mejor” dicen muchos. Pero la realidad es que el estudio requiere los 5 sentidos enfocados en el trabajo. Es un buen ejercicio de templanza y sobriedad.

9.       Cuidar los materiales de trabajo (lápices, cuadernos, libros, computadoras) aunque algunos de ellos sean de poco valor. Así también formamos la virtud de la pobreza, que lleva a estar agradecido por lo recibido y ayudar a quienes no han tenido la misma suerte.

10.   Animar a estudiar pensando en los demás. Ofreciendo ayuda a quien le cuesta más. Invitar amigos a estudiar juntos. Así pueden apoyarse mutuamente aportando cada uno según sus cualidades. Así se potencia la solidaridad, la amistad y se fortalecen hábitos de trabajo en equipo.

11.   Por último, lo más importante. Enseñar a trabajar por Dios y en la presencia de Dios. Me consta que los niños reaccionan con mucha emoción, cuando se les explica que pueden ofrecer a Dios los esfuerzos de su estudio, que pueden pedirle ayuda y que cuando estudian, lo hacen bajo la mirada cariñosa de Dios. Él siempre es justo y valora por encima de todo el esfuerzo. Así se potencia en los muchachos las virtudes más importantes: la fe, la esperanza y el amor. Además. esta actitud, facilita vivir todo lo anterior y eleva al estudio a su máxima dignidad: ser instrumento de unión con Dios.

¡Que jueguen los niños!

Hace pocos días, un viernes por la noche, vi a un jovencito de 15 años estudiando hasta tarde. Se preparaba para varios exámenes en la mañana del sábado. El pobre estaba absolutamente agobiado y agotado. Algo me hizo pensar, esta situación no está bien.
Me apena presenciar cómo las escuelas han puesto el rendimiento académico como su fin principal. Noto, cómo aspiran a ser las mejores a base de enviar ingentes cantidades de tareas para que sus alumnos no puedan hacer otra cosa que estudiar. Por otro lado, es aún más doloroso, encontrarse con tantos padres que también han entrado en la misma dinámica. Para muchos, el bien máximo a conseguir por su hijo es una buena calificación.
Así, veo niños que pasan horas frente a los libros, bajo  una presión increíble, impuesta por los padres, compañeros y la escuela, con el único objetivo de que saque buenas notas. Y me pregunto, ¿esto tiene sentido? Me parece que no. Hay una pérdida de enfoque. El rendimiento académico ha asumido la absoluta primacía en la educación. Ha desplazado a lo que verdaderamente debe ocupar ese puesto: el desarrollo de una personalidad madura que ayude a los niños y adolescentes a asumir las riendas de su vida.
Esas edades, y solo esas, son el tiempo que la naturaleza ha previsto para que los niños y niñas aprendan a ser hombres y mujeres de virtud. Pero el estudio solo no logra eso. Es necesario que los niños jueguen con los amigos, compartan en familia, desarrollen un hobbie, hagan la compra con mami, vaya con papá a arreglar el carro, acompañen a un hermano al médico, etc. etc. Cuando se les priva continuamente de estas experiencias, porque “sino no tienen tiempo para estudiar”, se les hace un daño tremendo.
Debemos recuperar el ideal de que el estudio sea un instrumento para que nuestros hijos aprendan a ser sinceros, perseverantes, responsables, diligentes, puntuales, ordenados, etc. Si lo vemos así, el estudio y la escuela se integran junto con las relaciones familiares, los encargos de la casa, el entretenimiento, las relaciones sociales y tantas otras cosas en un ritmo de vida al servicio del crecimiento integral del joven.  Ya habrá tiempo, en la universidad, de situar el rendimiento académico en un lugar prominente.
Estas reflexiones, me han llevado a recordar una conversación con un matrimonio amigo. Me contaban la preocupación que tenían por lo que, a su juicio, era una carga académica desproporcionada para la edad de su niño. “Pareciera que las tareas están mandadas para que las hagan las mamás” me dijo la señora.
Luego me contó este diálogo que había sostenido con su niño:
-          Hijo,  vete a jugar, ya es suficiente de hacer tareas.
-          No mamá, ¡todavía hay cosas pendientes!
-          No importa, hijo. Has hecho bastante, vete a jugar.

100 % de acuerdo, ¡Que jueguen los niños! Así tendremos jóvenes más maduros y preparados para sacar adelante este mundo nuestro.


P.D. Como complemento de este artículo puede verse este otro: 11 ideas para ayudar a estudiar a tus hijos. (http://juanantoniobg.blogspot.com/2015/02/11-ideas-para-ayudar-estudiar-los-hijos.html). 




"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke