miércoles, 14 de abril de 2010

Nueve Letras




Hace unos cuanto días estaba manejando de Guaynabo a San Juan, dos municipios de la zona metropolitana en Puerto Rico. Un día como cualquier otro, carros van y vienen, peatones que van de un lado a otro. Iba escuchando la radio y hablando con uno de mis hermanos por celular. No le estaba prestando atención a la canción que sonaba en la emisora, pero mi hermano la oyó de fondo y comentó que era bastante buena. Sus palabras más o menos textuales: “ojalá yo pudiera oír esa canción en la radio de North Carolina o Washington D.C.” El hecho es que le dije que lo llamaría luego para poder escuchar con atención la canción.

La verdad es que la canción tenía buen ritmo y un dúo de voces que sonaba simpático, pero no era nada fuera de lo común. Me paro en un semáforo, cruzo a la izquierda, otro semáforo. En la salida de la Martínez Nadal hacia a la Av. Luis T. Piñero, oigo en la voz del cantante una palabra. Con total espontaneidad sentí eso que es inexplicable pero que todo el mundo siente en el corazón cuando se presenta una gran alegría, mis ojos se llenaron de lágrimas, vino una sonrisa a mi cara y la memoria se encargó de extraer del baúl de los recuerdos tantas, tantas cosas. Todo por una palabra, por nueve letras. Qué tristeza cuando se acabó la canción.

Volví a llamar a mi hermano, le conté que me había gustado mucho. Me dijo “¡viste!, ¡viste! yo te dije que era buena. Pero me tengo que ir, hablamos luego.” Dejé el celular en el asiento del copiloto y me paré echar gasolina.

Al entrar en la tienda me entraron ganas de un refresco y unos doritos, pero mejor no, pronto era la cena. Mientras esperaba para pagar, me vino a la cabeza una idea. ¿Por qué haber oído esas 9 letras había despertado tantas emociones? Me monté en el carro y seguí mi camino a casa. Ya cerca de la salida hacia la Av. Muñoz Rivera caigo en cuenta de una posible respuesta. Esas nueve letras y en ese preciso orden, podrían no significar nada para mucha gente. Pero para otros, esas nueve letras encierran toda nuestra vida, o por lo menos gran parte de ella. Con ellas, revivimos buenos y malos momentos, sonreímos, pensamos, disfrutamos, lloramos y muchos también, con ellas, luchamos. Es razón de esperanza que los tiempos presentes hayan hecho que para pocos pasen inadvertidas estas nueve letras: V E N E Z U E L A.
"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke