domingo, 22 de marzo de 2020

Aplausos que hablan: lecciones del sexting

Mi mamá y mis hermanas, ellas me han
enseñado cómo debe comportarse una mujer

Hace unos meses di unas conferencias sobre uso responsable de las redes sociales en un colegio. Lo he hecho muchas veces y siempre es un poco intimidante enfrentarse a un auditorio con cien adolescentes que viene a oírte hablar sobre ese tema. Pero la verdad es que fue una audiencia estupenda. Como se verá a continuación.
Entre los temas que abordo está el sexting. Una conducta que consiste en tener conversaciones sexuales por mensajes de texto. Estas conversaciones incluyen -como en cualquier otra- fotos, videos, audios, etc.  Las encuestas reflejan que el sexting es una realidad más que común en los adolescentes actuales y a la que se exponen con poco conocimiento de los riesgos. Suelo abordar este tema de modo distinto entre varones y muchachas y por eso, antes de empezar hago la aclaración de que voy a dirigirme por separado a cada grupo.
El argumento principal que los varones utilizan para comenzar estas conversaciones sexuales es presentarlas como una manifestación de confianza y cariño: “Si me quieres, cuéntame esto…”, “Si confías en mí, envíame una foto desnuda…”, “Si no me hablas de tal tema, es que no me valoras”, etc. Es una manipulación, que, acompañada de la insistencia, lamentablemente surte efecto en no pocas ocasiones.
Por eso, cuando en la conferencia mencionada, empecé a hablar a los varones, abordé esa estrategia directamente. Intenté hacer lo que siempre intento, apelar a la conciencia de mis oyentes, para ayudarlos a reconocer ante sí mismos que lo que subyace en esos comentarios tiene poco de amor, y mucho de lujuria. En inglés, las palabras facilitan la explicación porque son similares: its not love, but lust.  Procuré hacerles pensar que quienes manipulan son cobardes, personas que no saben vivir con la verdad. Dije además, que deben ser conscientes de que las muchachas sufren mucho con esta manipulación y presión. A algunas las lleva a hacer cosas de las que luego están profundamente arrepentidas. Un verdadero hombre – concluí - no manipula a las mujeres. Al contrario, es capaz de respetar su intimidad para demostrarle que la valora por mucho más que su cuerpo. Apenas terminé de decir estas palabras, todas las mujeres del auditorio estallaron en un sonoro aplauso.
Sonreí y noté claramente que había logrado llegar a la audiencia. Luego continué hablando a las mujeres. Les pedí perdón por las veces que los hombres hemos sido cobardes y abusadores. Y les sugerí que ellas también tenían un arma muy fuerte para evitar la presión y la manipulación masculina. Es un arma relativamente sencilla y consiste simplemente en no provocar al varón. Les expliqué que, a diferencia de las mujeres, los hombres son especialmente susceptibles a la estimulación sexual a través de la vista.  Por lo tanto, que si ellas libremente se exponen en las redes sociales con fotos, videos o comentarios excesivamente provocativos es como si dijeran al varón “aquí estoy para ser manipulada”. Por el contrario, he oído a varones decir “por las fotos que postea, no te metas con ella, se va a dar a respetar”. Por lo tanto -dije para terminar-, los varones deben ser más educados, y, ustedes las muchachas, deben intentar no provocarlos. De esa manera, los ayudan a ellos y les aseguro, que ustedes mismas se ahorrarán mucha presión. No me lo esperaba, pero todos los varones del auditorio empezaron a aplaudir.
Para mi fue imposible no pensar que, en ese salón, lejos de todos los debates ideológicos, surgió espontáneamente el deseo del hombre y de la mujer de respetar y ser respetadas. Y se puso también en evidencia que todos sentimos que crear una sociedad sin agresión y abuso sexual, donde se respete la dignidad del hombre y de la mujer, es un trabajo en equipo. Ambos, ellos y ellas, tienen algo que aportar.

lunes, 2 de marzo de 2020

Destapando los secretos del mundo.



Cuando alguna vez recomendé a un adolescente que empezara a leer un libro, me preguntó por dónde empezaba. Por el principio, le contesté. Pero, ¿cuál principio? Fue su respuesta. Tomé el libro que le había sugerido y lo abrí para mostrarle la obviedad de que el principio es la primera página. Inmediatamente me di cuenta de la razón de la pregunta. El libro tenía, antes del primer capítulo, una nota del editor, una reseña biográfica del autor, el prólogo y solo después, venía el primer capítulo. Le expliqué lo que significaba cada cosa, le resolví las dudas y con ello, se animó a leer.  
La experiencia me sirvió para comprender qué importante es ayudar a superar las dificultades que enfrenta quien desea desarrollar el hábito de lectura. En su momento pensé escribir un artículo al respecto, pero no lo hice. Por razón de los comentarios que he recibido sobre mi artículo anterior, ahora retomo esa idea. Deseo ofrecer alguna respuesta a la pregunta ¿para qué leer?
En mi último artículo, afirmé que “la mediación cultural exige un compromiso de estudio serio que, a la luz de un profundo respeto por los derechos y la dignidad de la persona humana, nos permita descubrir qué se debe conservar y qué se debe cambiar, para que realmente construyamos una sociedad más justa”. Esa frase plantea preguntas complejas y desafiantes. Por ejemplo: ¿en qué consiste la dignidad de la persona humana? ¿cuál es el fundamento de esa dignidad? ¿cuáles son los derechos que se derivan de ella? ¿Qué hace exactamente a una sociedad más justa? ¿Qué cambios sociales han hecho avanzar a una sociedad? ¿Cuáles le han hecho retroceder? ¿Qué significa exactamente avanzar o retroceder cuando se habla de la persona humana?
Intentar contestar esas preguntas fundamentados únicamente en reflexiones personales hechas sobre experiencias personales ofrecería respuestas pobres y limitadas. La reflexión y la experiencia de alguien, por más amplia que sea, es siempre minúscula en relación a toda la historia humana. Además, sería superficial ignorar que llevamos siglos buscando respuestas a esas preguntas, el patrimonio cultural que ha producido ese esfuerzo es inmenso.
La puerta de entrada a ese patrimonio es la lectura. A través de ella, desde cualquier habitación del mundo, podemos viajar en el tiempo para conocer, desde dentro, las historias y las ideas que han ido dando forma a la humanidad. Además, la lectura por su naturaleza exige tiempo y concentración, dos realidades indispensables para el desarrollo del pensamiento. Este esfuerzo por leer, que llega convertirse en auténtico placer, es parte del compromiso de estudio serio que planteé como condición de una eficaz mediación cultural. Es un requisito que hace posible ir perfilando lo que nos define como seres humanos y ofrecer auténticas soluciones de progreso social.
En palabras de Miriam Bethencourt, una autora en ascenso, “reading unlocks the secrets of the world so that I can become a better part of it(La lectura destapa los secretos del mundo para que cada uno pueda ser mejor dentro de él).

Sugerencias para desarrollar un hábito de lectura:
  1.  Comenzar por leer libros de interés personal. No solamente porque alguien los recomienda. Si al lector no le interesa el tema difícilmente disfrutará la lectura.
  2. Recomiendo https://www.delibris.org/. En esa web pueden encontrar libros de calidad ordenados por temas. Se pueden encontrar todo género de textos.  También estas dos cuentas de Instagram sugieren textos de literatura de calidad (no ensayos, ni reportajes, etc.): @noencuentrolibros @somosbooktubers
  3. Si eres una persona más auditiva, aprovecha los Audiobooks. Hay bibliotecas digitales con muchos asudiolibros gratis porque no tienen derechos de autor. Por ejemplo: https://librivox.org/
  4. Leer todos los días. Al menos un párrafo.
  5. No tener prisa por acabar libros. El fin de la lectura es enriquecerse con ellos, no terminarlos a toda velocidad.
  6. No extrañarse de que cueste. La lectura es un hábito. Y como todos los hábitos valiosos, son exigentes.


"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke