domingo, 26 de diciembre de 2010

El Niño Jesús





En Venezuela, quién trae los regalos el 25 de Diciembre no es Santa Claus, ni Papá Noel, ni San Nicolás. Es el Niño Jesús. 
Recuerdo que un día, en el Liceo Los Arcos, donde estudié la educación básica, surgió entre los compañeros del salón la discusión de si existía o no el Niño Jesús. ¡Qué debate tan intenso! Debo confesar que yo estaba en el grupo que defendía con todas sus fuerzas  la existencia del Niño Jesús. Recuerdo, que a mi corta edad, me parecía una enorme falta de fe no creer en Él. Todo era obvio: nacía un Niño. Ese Niño es Dios. Dios todo lo puede.  Entonces, ¿Por qué no iba a ser  Él quién me traía los regalos?
Después de acabar la discusión en el salón de clases, mi convicción no había sido afectada en lo más mínimo. Sin embargo, había decidido que al llegar a casa hablaría con mis papás. Ellos confirmarían mis argumentos y yo, podría ir al día siguiente a la escuela y recordarles a mis amigos incrédulos lo equivocados que estaban.
Recuerdo con nitidez cuando llegué al Apartamento 11-A del Edificio Caroní en la Urbanización Santa Fe. Esa dirección no se me olvidará nunca, fue la primera vez que me aprendí la dirección de mi casa.
Entré en el apartamento e inmediatamente interpelé a mi mamá. ¡Mami tenemos que hablar!, mi mamá me invitó a que nos sentáramos en la sala de estar que estaba entrando a la derecha. Nos sentamos juntos. Usamos el sofá que estaba debajo de un cuadro con tres pescadores que ha estado en mi casa desde que yo tengo memoria. Un minuto después, mi papá se incorporó a la conversación.
Recuerdo que el escenario me resultaba perfecto.  Mis dos interlocutores eran las personas con autoridad indiscutible en cualquier tema.  Mi papá y mi mamá no se podían equivocar y yo pensaba que en cuestión de minutos me dirían: Juani, no te preocupes, esos niños de Los Arcos son unos mentirosos. El Niño Jesús claro que existe.
Y entonces, sin anestesia, lancé mi pregunta: ¿Verdad que el Niño Jesús si existe? Hubo un silencio. No tengo la más mínima idea de qué sintieron mis padres en ese momento. No sé si se asustaron. Si no supieron que contestar. Si se pusieron nerviosos. Simplemente no sé. Yo no percibí nada en ese momento.
Pero al fin llegó la respuesta. Una respuesta fue extraordinaria. ¡Yo tenía razón! ¡El Niño Jesús existe! Claro, ellos me explicaron que no es un niñito que se mete por debajo de la puerta, ni por la ventana, mucho menos por la chimenea. Tampoco es ese niñito quien  físicamente hace/compra, envuelve y trae lo regalos. Me dijeron que ellos son los que compran, envuelven y ponen los regalos en el Nacimiento (en mi casa  siempre se han puesto los regalos en el nacimiento, no en el arbolito). Pero me aclararon que el Niño Jesús ayuda  a mi papá en el trabajo para que pueda ganarse el dinero para comprar los regalos, es Él quién hace que mi mamá encuentre lo que nosotros pedíamos en la carta, es Él quién nos cuida a lo largo del año para que todos podamos llegar a navidad sanos y salvos, etc. La conclusión para mí era clara, sin el Niño Jesús en mi casa no habría nunca regalos en Navidad.
Ok, lo admito, descubrir que Él personalmente no trae los regalos fue un shock. Pero, en el fondo, eso a mí que me importa. Es más, si mis papás ayudan a al Niño Jesús, ¡mejor! Que divertido pensar que mi papá y mi mamá tienen que trabajar junto con el Niño para traerme los regalos.
Hoy, sigo creyendo que el Niño Jesús existe. Este año, le pedí una mochila con ruedas para poder llevar caminando los libros a la universidad, también le pedí el concierto 360 de U2  en Los Ángeles y lo más importante, una bolsa de Marshmallows. Todo me lo trajo. Se lo agradezco un montón. Pero también le agradezco y pienso que todos debemos hacerlo, tantos detalles de cariño y atención que nos hace el Niño Jesús a lo largo del año a nosotros y a nuestras familias.
Gracias a todos los que con su lectura, con sus textos o con sus comentarios han ayudado a enriquecer este blog.
Disfruto pensando que en este rincón de internet, puedo venir y recordar que hay gente buena en el mundo. Que la tierra en verdad es un sitio lleno de alegría. Que los dramas y tragedias que vemos en los medios de comunicación, son solo una porción de la realidad. La otra porción,  es un universo inmenso de historias sencillas, que no logran estar en los grandes titulares, pero que contienen  la verdadera riqueza del hombre, su capacidad de amar y de servir a sus iguales.
¡Feliz Navidad! ¡Feliz año!


lunes, 6 de diciembre de 2010

No tengo tiempo


No tengo tiempo es probablemente una de las frases que más se pronuncian en nuestra sociedad. Es comprensible, el tiempo es el recurso más importante para lograr nuestras metas y continuamente tenemos la sensación de que es un recurso escaso.  

He oído decir no tengo tiempo a un abogado en ejercicio, casado, con hijos, miembro de la junta de vecinos de la urbanización, profesor de doctrina católica, estudioso del latín y de la filosofía. También he oído decir no tengo tiempo a un estudiante universitario, soltero, sin hijos, sin trabajo profesional ni personas que mantener, sin ninguna actividad extracurricular y en no pocas ocasiones con malas notas. Tanto para el abogado como para el estudiante universitario cada hora del día son 60 minutos y cada minuto son 60 segundos. Es decir, desde el punto de vista matemático ambos  cuentan con el mismo tiempo para cumplir con sus responsabilidades.  Uno tiene una carga de responsabilidad evidentemente más exigente pero de todas maneras tanto el primero como el segundo tienen la misma queja: no tengo tiempo.  Claramente hay algo que no cuadra, ¿dónde está el problema?

Se pueden decir muchas cosas para contestar esta pregunta. Me limitaré a una. Surgió en una de esas agradables conversaciones durante la cena. El tiempo es relativo, es simplemente la envoltura de las cosas que hacemos dijo uno de los comensales. Los que lo oímos nos reímos. El autor ya tiene prestigio por sus frases audaces que rompen  esquemas y paradigmas con años de estabilidad. A veces gozan del apoyo popular pero otras veces son rechazadas y el rechazo viene acompañado con denuncias de manipulación y reduccionismo. Sin embargo, el tiempo es la envoltura de las cosas que hacemos fue una frase exitosa.
No es lo mismo decir “tengo una hora para hacer esto”, a  decir “en una hora voy a hacer esto”. En la primera frase, el tiempo condiciona nuestra capacidad de acción. En la  segunda, logramos dominar el tiempo para hacerlo rendir tanto como necesitamos que rinda. Es verdad que 60 minutos son 60 minutos y luego del minuto 59 con 59 segundos, la hora se acabó. Pero, en ese espacio el estudiante universitario ha hablado por teléfono con 2 amigos y 2 amigas y ha leído un poco para la universidad mientras revisa facebook. El abogado en cambio, ha despachado 2 clientes, hizo la cita con el médico para su hija, pagó por internet el colegio de sus hijos, le mandó unas flores a la esposa, preparó su clase de doctrina católica y … revisó facebook, que hoy en día es casi más importante que todo lo demás.  Así se entiende que el tiempo es la envoltura que de las cosas que hacemos, depende de nosotros cuantas cosas queramos meter dentro de los mismos 59 minutos con 59 segundos. 

Muchísimas veces se argumenta que no se puede trabajar más en servicio del bien porque no tengo tiempo. La realidad demuestra que no es tan así, todavía podemos meter mucha más actividad en la envoltura. Siempre pueden hacerse rendir mucho más los 60 segundos que componen cada minuto de nuestra vida.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Las Catacumbas



Escrito por: Belisa Guzmán

Una de las muchas cosas buenas de pasar un tiempo en el desierto es que la inmensidad y la nada te abren los sentidos y te dan claridad de mente para pensar mucho. Hay una idea que viene rondándome la cabeza desde hace ya algunos meses pero no ha sido hasta hoy en que he decidido ponerlas en palabras.

Rafa (mi esposo) y yo vivimos en Ruwais, un pueblito (déjame ser honesta) ni siquiera es un pueblito, es un gran campamento construido porque una refinería de petróleo muy grande queda aquí y la mayoría de la gente que aquí reside es porque allí trabajan. La ciudad más cercana nos queda a dos horas y media de camino, Abu Dhabi. Desde que llegamos hemos tenido la dicha de poder ir a misa todas las semanas, a pesar de que se trabaja sábados y domingos.

La experiencia es de lo más especial. Debido a que este “campamento pueblo”,  es  propiedad de ADNOC (la PDVSA de emiratos),  la comunidad católica no tiene permiso de construir una iglesia en donde reunirse, ya que a pesar de existir libertad de culto no se justifica una iglesia en un campamento del estado que obviamente es musulmán. Aquí los católicos, conformados principalmente por gente de Filipinas y de la India,  tienen una logística organizadísima en donde van cambiando de casa todos los martes para celebrar las misas en lugares diferentes. Yo le digo la logística de las “catacumbas”, porque se basa en no molestar a ningún vecino árabe dos semanas consecutivas y así evitar motivos para que se ponga a averiguar esas reuniones  extrañas en donde un gentío diferente entra a una casita pequeñita y cantan canciones. 

A cada misa van al menos unas 80 personas, incluyendo muchísimos niños, que además asisten a clases de catequesis semanales. De todas las personas que asisten solo 4 somos “occidentales”.  El sacerdote, que también es de India,  tiene que venir desde Abu Dhabi para dar la misa, a las siete y media! Luego va a otro campamento a dar misa a las 8 y media!!! Y luego regresar dos horas y media más hasta su casa!!!!! Los sacerdotes hacen eso todos los días en diferentes pueblos.

En esa casa sencilla, en un altar modesto con una pequeñísima cruz, se realiza el milagro de la Transubstanciación y Jesús se hace presente para que cada uno de nosotros podamos compartir el gran banquete del Pan de la Vida eterna. Allí en ese momento uno simplemente se da cuenta de lo maravilloso que es pertenecer a la iglesia católica.

Eso es la Iglesia, la gran familia que te acoge en cualquier rincón del mundo en donde estés. En este país musulmán, que pudiera parecer un poco hostil, uno se encuentra con una brújula guiadora que te recuerda que en el mundo lo más importante es ganarse el cielo y conocer cada día a Jesús para intentar imitarlo un poco más.  Esa Sra. india que tengo al lado, que en tantos aspectos es tan diferente a mí, en el fondo somos parecidas porque nos une una misma lucha y una misma Fe.

Sin duda aquí no es nada sencillo, que esa misa suceda requiere un esfuerzo de mucha gente, del sacerdote, del que presta su casa, del diacono organizador, de la gente que acude, de todos.

Desde aquí me doy cuenta que uno es muy afortunado de haber crecido en un país católico, pero al tenerlo todo tan “a pata de mingo” que no nos damos cuenta de los inmensísimos beneficios. Ahora me arrepiento de todas las oportunidades perdidas en  que no caminé unos cuantos pasos más para saludar al sagrario del hospital, o ir a alguna de las tantas iglesias a oír alguna misa entre semana, a comulgar. Hoy a dos días de Viernes santo admiro el inmenso sacrificio que hizo Jesús para quedarse cerca de nosotros y  reconozco la dureza de nuestros corazones para entregarnos plenamente a EL. 

En países como Venezuela mucha gente es católica, como una cosa “cultural”, naces y te bautizan (rumba incluida) llegas a tercer grado y primera comunión con todos los amigos del cole (rumba incluida), cuarto ano de bachillerato confirmación con los panas (rumba incluida) te casas por la iglesia (obvio….rumba incluida). Y muchas veces no paramos a darnos cuenta de lo grandioso que es que seamos católicos, claro que tiene que haber RUMBA incluida porque es algo de muchísima alegría, pero no porque sea algo “cultural” sino por el inmenso significado de fondo que tienen todos los pasos que uno decide ir tomando durante el pasar de la vida para estar cara a Dios!

Aquí la gente que va a misa no porque sea algo “cultural”, la gente que va a misa conmigo a esas casitas móviles de las “catacumbas” es porque están convencidos que lo que creen es la VERDAD y que ningún esfuerzo es en vano. Por eso es que el “ambiente”  que allí se siente es simplemente especial.

Ahora entiendo mejor las palabras de San Josemaría Escrivá de Balaguer, que aseguraba que cuando leemos y hacemos nuestra la vida de Jesucristo los que están alrededor se dan cuenta.
 

lunes, 8 de noviembre de 2010

Masificación vs. "Personificación"


En el último artículo que publicamos estuvimos haciendo algunas consideraciones sobre la necesidad de buenos educadores para el progreso de las sociedades.  Hoy, queremos compartir con ustedes más  ideas sobre el fenómeno educativo.
En el año 1993 ingresé al Liceo Los Arcos y empezó mi educación formal. He tenido muchas experiencias interesantes pero a los efectos de estas líneas me interesa decir que a lo largo de estos años he estado en salones de clases con muchos alumnos, y también en salones con pocos a alumnos.
En una de mis clases en auditorios con muchos alumnos, el profesor comenzaba dando un resumen de la clase anterior, excelente recurso, a mi juicio.  Al terminar su resumen, empezaba a interrogar a los estudiantes y de las respuestas iba construyendo la clase. La conversación se hacía agradable, clara y sencilla.  Sin embargo, no era fácil hacer preguntas. Ya sea por vergüenza, por no interrumpir al profesor, porque el profesor dice que no puede atender todas las preguntas porque si no, no termina nunca, etc., la realidad es que en esos grandes auditorios es difícil aclarar las dudas que te surgen. Es una dificultad que compartía con muchos de mis compañeros.
Bajo las mismas circunstancias (salones con muchos alumnos), he notado que a los profesores se les hace más difícil reconocer un error o simplemente contestar que no conocen la respuesta a una pregunta.
En resumen, mi experiencia ha sido que los salones con grandes volúmenes de gente dificultan el aprendizaje. Entonces, me pregunto: más cantidad de personas en el sistema educativo pero menos calidad en la educación, ¿vale la pena?
Yo pienso que el reconocimiento del derecho a la educación como un derecho fundamental de toda persona humana es un gran avance de nuestros tiempos. En mi opinión los esfuerzos por facilitar el acceso a la educación deben continuarse. Conviene que cada vez sean más los niños en las escuelas y jóvenes en las universidades.
Sin embargo, bajo estas circunstancias se hace necesario detener la tendencia a masificar la educación. El objetivo no es educar a mucha gente, la meta es educar bien a mucha gente. El éxito en las políticas públicas educativas no debemos medirlo exclusivamente por el número de alumnos que participan de la educación formal. En verdadero índice de éxito es saber si nuestros niños y jóvenes salen de las instituciones educativas como mejores ciudadanos. Mientras más gente acceda a las escuelas, universidades, etc. se hace más necesario recordar que las sociedades progresan cuando se esfuerzan por educar a la persona y no cuando intentan educar a las masas.  

domingo, 10 de octubre de 2010

Educere


Durante unas semanas del mes de Julio estuve asistiendo a unas clases de filosofía. Leyendo el texto que nos servía como referencia nos detuvimos en algún momento al tropezarnos con una palabra no del todo común.  Era la palabra “educe”, una conjugación del verbo educir. Por el contexto del párrafo, se notaba que el autor del libro intentaba transmitir algo bien específico y por eso usaba esa palabra y no otra. No es el momento de explicar porqué esa palabra estaba ahí, ni qué era lo que intentaba explicar el autor. Lo relevante a los efectos de nuestro relato es lo narrado a continuación.

Al día siguiente, el profesor comentó que había buscado la palabra educir en el diccionario. Viene, como la gran mayoría de nuestro idioma, del latín. Concretamente, de la palabra educere que significa extraer. Como dato interesante, comentó que del término latino educere surgía la palabra castellana educar. 

Me pareció bien interesante el descubrimiento de la raíz etimológica del verbo educar. Me acordé de una conversación con una de mis hermanas que es profesora de español. Ella me contaba que su mayor alegría era ver el progreso de sus alumnas con el transcurso del tiempo. Ese nuevo conocimiento que salía, que la maestra extraía de las jóvenes inteligencias que la oían era su acicate para continuar con su labor educadora.

Que profunda es la diferencia  entre el maestro que se contenta con dar información y el maestro que se esfuerza por extraer de sus alumnos sus mejores talentos. Por eso, educar es una tarea tan fascinante. Extraer, hacer salir de nuestra gente lo mejor que tienen y enseñarles a ponerlo en servicio del bien común. Ojalá que todos los profesores y profesoras del mundo asuman el rol de auténticos educadores. Debemos animar y apoyar a muchos jóvenes para que hagan sus estudios universitarios en educación y puedan ir a todas las escuelas, colegios, universidades y extraer lo mejor de nuestros pueblos.

jueves, 9 de septiembre de 2010

El Primer Paso

Hoy es el primer cumpleaños de este blog. Según algunos estudios, la mayoría de los proyectos, al cabo de un año ya duermen en el sueño de los justos. Sin embargo, ¡aquí estamos! y podemos seguir  compartiendo anécdotas e impresiones sobre las cosas que enriquecen nuestra vida diaria. Sin más que agregar, los dejo con el último artículo que he escrito para compartir con ustedes.

Hace unos meses tuvimos una conferencia muy interesante en la Residencia Universitaria donde vivo. Fue un ciclo de conferencias enmarcado en un programa que se llamó “Experiencias Empresariales.” Fueron viniendo distintos empresarios de la Isla. El formato era tipo conversatorio, el invitado iba hablando sobre distintas cosas que le habían ayudado o perjudicado,  circunstancias que aprovechó para crecer y dificultades que ahora se le presentan para seguir expandiendo su negocio. A la misma vez los asistentes, algunos universitarios, otros estudiando escuela superior y también algunos profesionales,  hacían preguntas e intercambiaban opiniones. La verdad es que fueron unas jornadas bien enriquecedoras.

Una cosa llamativa fue la existencia de un factor común entre todas las personas que visitaron la residencia. Hubo empresarios jóvenes y otros que ya tienen más experiencia, de ramas de negocios tan distintos como moda y construcción, algunos empezaron “con una mano adelante y otra atrás”, otros empezaron con un poco más de medios económicos. En fin, la diversidad era total. Sin embargo, había en todos una misma actitud frente a la vida: optimismo. La invitación constante a todos los que estábamos ahí era a insistir, a luchar, a perseverar, a recomenzar. Las adversidades y las dificultades no son insuperables. Todos contaban anécdotas de situaciones difíciles y delicadas que tuvieron que superar.

Uno de los conferenciantes, terminó la conversación comentando que los jóvenes teníamos que recuperar la capacidad de soñar. La idea me llegó y me quedé pensando.  Por las razones que sean, es muy frecuente conseguirse gente joven con ideales pobres. Los que no nos sentimos así, tenemos que esforzarnos por contagiar en los demás la alegría de los grandes ideales, la satisfacción de la entrega personal a grandes causas. Hay que transmitir la convicción de que soñar no es perder el tiempo sino el primer paso para las grandes y trascendentes transformaciones de las personas, de las comunidades, de los países, del  mundo.

viernes, 6 de agosto de 2010

Moral y Luces


Simón Bolívar les decía a aquellos ciudadanos que en Febrero de 1819 se reunían en Angostura: “Meditad bien vuestra elección Legisladores. No olvidéis que váis a echar los fundamentos a un Pueblo naciente… La libertad  es un alimento suculento, pero de difícil digestión.”
En múltiples ocasiones he oído y debo decir que estoy de acuerdo, que los pueblos sudamericanos estaban sino inmaduros por lo menos muy jóvenes para encarnar los ideales de las democracias que se iban estableciendo en el  Viejo Mundo. Para muchas naciones del continente americano y Venezuela no es la excepción, la independencia y el nacimiento a la democracia fueron como un balde de agua fría. Tanto es así que todavía no hemos podido reaccionar del todo. Todavía luchamos por asentar en las mentes y en los corazones de los ciudadanos de nuestras latitudes los valores más hondos de los regímenes democráticos.
Yo siempre me pregunté cómo una cosa tan obvia no la habían visto los fundadores de nuestra patria. Tamaña ignorancia la mía. Es verdad que muchos de nuestros próceres no pensaban en eso. No caían en la cuenta de lo difícil que es digerir la libertad luego de tres siglos de domino extranjero. Sin embargo, el líder del movimiento independentista lo tenía muy claro. Simón Bolívar entendía con impresionante agudeza, que no se pasa de ser colonia a República de la noche a la mañana. Intentó poner lo que él consideraba remedios eficaces para ese problema. A los legisladores de Angostura les propuso un Senado Heriditario. De esta manera, pensaba el Libertador, los senadores podrían formar a sus hijos y garantizar que en futuro pudieran encauzar las vacilaciones de las masas. También propuso, que además del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial hubiera un Poder Moral. En manos de este cuarto poder estaría la formación de las conciencias para que los ciudadanos aprendieran a vivir en un Estado de Derecho. Bolívar manifestó muy clara su preocupación: “Los venezolanos aman la Patria, pero no aman sus Leyes…”
Han pasado casi dos siglos desde que el Libertador lanzara estas ideas. A pesar de ello, la tarea de formar cívicamente a nuestras sociedades sigue vigente. Capaz el error de Bolívar estuvo en creer que desde el Gobierno se podía educar las conciencias de las personas, que desde el poder podía enseñárseles a manejar la libertad. La realidad es que esto es un trabajo más propio de las asociaciones intermedias (Asociaciones Civiles, Escuelas, Universidades, Colegios Profesionales, etc.) y sobre todo, un trabajo de las familias. Sin embargo, cada venezolano, cada venezolana,  como obligación frente al país, debe poner los medios para formarse y ayudar a la formación de los demás. Que aprendan a encarnar en su propia vida y en la de los demás los valores democráticos. Estoy seguro que cuando el Libertador, decía “moral y luces son nuestras primeras necesidades” hablaba principalmente de esta formación, de la formación moral de los ciudadanos. Así podrán no solo querer la libertad sino  vivir en ella.

miércoles, 14 de abril de 2010

Nueve Letras




Hace unos cuanto días estaba manejando de Guaynabo a San Juan, dos municipios de la zona metropolitana en Puerto Rico. Un día como cualquier otro, carros van y vienen, peatones que van de un lado a otro. Iba escuchando la radio y hablando con uno de mis hermanos por celular. No le estaba prestando atención a la canción que sonaba en la emisora, pero mi hermano la oyó de fondo y comentó que era bastante buena. Sus palabras más o menos textuales: “ojalá yo pudiera oír esa canción en la radio de North Carolina o Washington D.C.” El hecho es que le dije que lo llamaría luego para poder escuchar con atención la canción.

La verdad es que la canción tenía buen ritmo y un dúo de voces que sonaba simpático, pero no era nada fuera de lo común. Me paro en un semáforo, cruzo a la izquierda, otro semáforo. En la salida de la Martínez Nadal hacia a la Av. Luis T. Piñero, oigo en la voz del cantante una palabra. Con total espontaneidad sentí eso que es inexplicable pero que todo el mundo siente en el corazón cuando se presenta una gran alegría, mis ojos se llenaron de lágrimas, vino una sonrisa a mi cara y la memoria se encargó de extraer del baúl de los recuerdos tantas, tantas cosas. Todo por una palabra, por nueve letras. Qué tristeza cuando se acabó la canción.

Volví a llamar a mi hermano, le conté que me había gustado mucho. Me dijo “¡viste!, ¡viste! yo te dije que era buena. Pero me tengo que ir, hablamos luego.” Dejé el celular en el asiento del copiloto y me paré echar gasolina.

Al entrar en la tienda me entraron ganas de un refresco y unos doritos, pero mejor no, pronto era la cena. Mientras esperaba para pagar, me vino a la cabeza una idea. ¿Por qué haber oído esas 9 letras había despertado tantas emociones? Me monté en el carro y seguí mi camino a casa. Ya cerca de la salida hacia la Av. Muñoz Rivera caigo en cuenta de una posible respuesta. Esas nueve letras y en ese preciso orden, podrían no significar nada para mucha gente. Pero para otros, esas nueve letras encierran toda nuestra vida, o por lo menos gran parte de ella. Con ellas, revivimos buenos y malos momentos, sonreímos, pensamos, disfrutamos, lloramos y muchos también, con ellas, luchamos. Es razón de esperanza que los tiempos presentes hayan hecho que para pocos pasen inadvertidas estas nueve letras: V E N E Z U E L A.

sábado, 30 de enero de 2010

Una fortaleza que urge aprovechar.

 

El tiempo se va ocupando de que exista un relevo generacional en todas las esferas de la sociedad. Hasta hace algunos meses, participé en las luchas que se libran desde las universidades del país. Hoy, son otros quienes deben dar y liderar esa batalla. Sin embargo, queda en mi memoria el recuerdo imborrable de muchos momentos y experiencias vividas durante los años de mi lucha estudiantil. Siguiendo el consejo de la autora del artículo The value of memorie publicado en este blog, pienso revivir esta historia para que el conocimiento del pasado enriquezca las herramientas para formar juicios y tomar decisiones sobre el presente.

En la mañana de un sábado varios amigos nos reunimos en un centro comercial de Caracas. El propósito era encontrarnos ahí para luego salir a una caminata que recorrería algunos sectores de Petare, un barrio situado al este de la capital venezolana. Es el más populoso del país y también, es de los más violentos. 

Estábamos sentados disfrutando de unas empanadas con guasacaca y salsa picante mientras llegaba la gente. Paulatinamente el grupo de jóvenes fue acrecentándose, fueron formando varios grupos de conversación. Había una especial emoción porque una de las organizaciones que estaba participando estaba estrenándose y sus miembros manifestaban constantemente la alegría de quién asume un proyecto que tendrá consecuencias importantes.

Entre la gente con la que yo conversaba, se encontraba una muchacha que comentó que ella había salido de su casa esa mañana con mucha ilusión pero con el temor de que podría no regresar. Las historias y cuentos que se oyen de lo que pasa dentro de Petare hacen en cierto modo comprensible el miedo de esa compañera. Ella, dijo que se había despedido de su papás consciente de que capaz nos los volvería a ver.

¿Es exagerado su miedo? Eso no me interesa. Lo que sí es relevante es valorar la fortaleza y el coraje que supuso para esa muchacha estar ahí. Ella sí veía posible no regresar pero a pesar de ello estaba ahí. Estaba porque sabía que era importante y que el país la necesitaba. Eso es fortaleza, eso es valentía. Esa misma fortaleza existe en muchos corazones universitarios y liceístas. ¡Sí la hay! ¡La han demostrado! Hombres y mujeres dispuestos a sufrir por la causa de la libertad.

En estos días que se viven en Venezuela, es necesario recordar que esa fortaleza está presente. Hay que ponerla al servicio de la libertad con una resistencia pacífica que no es lo mismo que pacifismo. Solo puede decirse que se han cumplido los objetivos de una protesta si se ha puesto en evidencia la injusticia y la arbitrariedad del régimen. Solo hemos contribuido al país si se ha dado testimonio con las acciones de la verdad. ¿Cuál verdad? En Venezuela vivimos un totalitarismo.

A los líderes estudiantiles: no teman ser tildados de radicales y de violentos. Promuevan la resistencia activa, desobedeciendo la autoridad ilegítima y haciendo saber la verdad. Fomenten la esperanza. Tengan la certeza de que con la fortaleza que subyace en muchos corazones se puede dar la batalla e iremos destruyendo el totalitarismo chavista y refundando la República de Venezuela.

miércoles, 6 de enero de 2010

"Nuevos" Héroes





Al leer estas líneas sentí la necesidad de difundirlas.


Por: Belisa Guzmán De Navarro

A la muerte de Rafael Caldera hago un llamado a mi generación, los jóvenes, para reflexionar acerca de la historia contemporánea de Venezuela, y ver hacia atrás con la cabeza en alto a esa llamada generación del 28 que obtuvo con muchísimo esfuerzo, en 1958 después de 30 anos de lucha, ese logro tan buscado, la Venezuela Democrática, que prácticamente fundaron de la "nada", siendo pionera en el continente y ejemplo para muchos.

Una Venezuela que como jóvenes (nací en 1984), recordamos poco, porque desde hace 10 anos, hemos estado sumergidos en un régimen totalitario que se esfuerza por pintar "los 40 años" con su peor rostro posible. Una democracia, que subestimamos, porque tuvimos fallos en la enseñanza de la historia del siglo XX en nuestros salones de clases y porque en nuestra infancia oímos duras críticas contra ella.

Pero nos equivocamos, muy a la ligera se critican los errores y nos cuesta reconocer los méritos y cosas buenas que durante esos 40 años se lograron. Esos años han sido los únicos de la nuestra historia, en donde gozamos de alternabilidad de poder, elecciones limpias, tolerancia hacia diferentes corrientes políticas, autonomía de poderes públicos, libertad. En una sola palabra DEMOCRACIA.

Hoy, a pocos días de la muerte de Caldera, veo el pasado y me reconcilio internamente con la historia del siglo XX de mi país, reconozco que hubo errores de los que debemos aprender para no volver a cometerlos, pero admiro con sencillez lo mucho que lograron. Hombres como Betancourt y Caldera son mis "nuevos" héroes, quienes lograron vencer la autocracia y hacer un país mejor. Tomemos su ejemplo para avanzar con paso firme y buscar las soluciones que Venezuela reclama.
"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke