lunes, 6 de diciembre de 2010

No tengo tiempo


No tengo tiempo es probablemente una de las frases que más se pronuncian en nuestra sociedad. Es comprensible, el tiempo es el recurso más importante para lograr nuestras metas y continuamente tenemos la sensación de que es un recurso escaso.  

He oído decir no tengo tiempo a un abogado en ejercicio, casado, con hijos, miembro de la junta de vecinos de la urbanización, profesor de doctrina católica, estudioso del latín y de la filosofía. También he oído decir no tengo tiempo a un estudiante universitario, soltero, sin hijos, sin trabajo profesional ni personas que mantener, sin ninguna actividad extracurricular y en no pocas ocasiones con malas notas. Tanto para el abogado como para el estudiante universitario cada hora del día son 60 minutos y cada minuto son 60 segundos. Es decir, desde el punto de vista matemático ambos  cuentan con el mismo tiempo para cumplir con sus responsabilidades.  Uno tiene una carga de responsabilidad evidentemente más exigente pero de todas maneras tanto el primero como el segundo tienen la misma queja: no tengo tiempo.  Claramente hay algo que no cuadra, ¿dónde está el problema?

Se pueden decir muchas cosas para contestar esta pregunta. Me limitaré a una. Surgió en una de esas agradables conversaciones durante la cena. El tiempo es relativo, es simplemente la envoltura de las cosas que hacemos dijo uno de los comensales. Los que lo oímos nos reímos. El autor ya tiene prestigio por sus frases audaces que rompen  esquemas y paradigmas con años de estabilidad. A veces gozan del apoyo popular pero otras veces son rechazadas y el rechazo viene acompañado con denuncias de manipulación y reduccionismo. Sin embargo, el tiempo es la envoltura de las cosas que hacemos fue una frase exitosa.
No es lo mismo decir “tengo una hora para hacer esto”, a  decir “en una hora voy a hacer esto”. En la primera frase, el tiempo condiciona nuestra capacidad de acción. En la  segunda, logramos dominar el tiempo para hacerlo rendir tanto como necesitamos que rinda. Es verdad que 60 minutos son 60 minutos y luego del minuto 59 con 59 segundos, la hora se acabó. Pero, en ese espacio el estudiante universitario ha hablado por teléfono con 2 amigos y 2 amigas y ha leído un poco para la universidad mientras revisa facebook. El abogado en cambio, ha despachado 2 clientes, hizo la cita con el médico para su hija, pagó por internet el colegio de sus hijos, le mandó unas flores a la esposa, preparó su clase de doctrina católica y … revisó facebook, que hoy en día es casi más importante que todo lo demás.  Así se entiende que el tiempo es la envoltura que de las cosas que hacemos, depende de nosotros cuantas cosas queramos meter dentro de los mismos 59 minutos con 59 segundos. 

Muchísimas veces se argumenta que no se puede trabajar más en servicio del bien porque no tengo tiempo. La realidad demuestra que no es tan así, todavía podemos meter mucha más actividad en la envoltura. Siempre pueden hacerse rendir mucho más los 60 segundos que componen cada minuto de nuestra vida.

1 comentario:

"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke