domingo, 24 de noviembre de 2019

No pensar para ser feliz


En medio de una discusión acalorada sobre algunos temas filosóficos bastante fundamentales: el sentido del tiempo, la vida después de la muerte, la existencia de Dios, etc. alguien afirmó “esto es demasiado complicado, es mejor ser bruto y simplemente no pensar en estas cosas. Se vive más tranquilo”. 
Esa frase me recordaba a los agentes de seguridad que están en los estadios de fútbol de espaldas al partido para poder estar pendientes de lo que sucede en las gradas. Estos personajes le podrían servir a Platón para escribir una versión moderna del mito de las cavernas. Son gente que estando tan cerca de la realidad con toda su grandeza y belleza, solo la perciben y disfrutan de un modo frío, distante y distorsionado.
Qué duda cabe que aquel defensor del no pensar tiene algo de razón. Se puede vivir más tranquilo sin poner la cabeza en las cuestiones difíciles de la existencia personal. Sin embargo, se paga un precio muy alto. El precio de no gozar de la enorme alegría que da conseguir respuestas a esas cuestiones. Descubrir para qué se está en la tierra, cuál es el sentido del tiempo, cuál es el fundamento de la dignidad humana son experiencias que producen profundas e inmensas alegrías pero que solo se consiguen quemando un poco de neuronas.
Los agentes de seguridad del fútbol, seguro viven una final de la Champions League, de una Copa Libertadores o de un Mundial, bastante tranquilos. Sin embargo, no sabrán jamás lo que significa saborear un gol en el minuto 93, que remonta un partido y otorga un campeonato.
No hay duda, están más tranquilos. Yo, por mi parte, prefiero sufrir un poco y poder gritar gol.
P.D. Nunca he hablado con uno de los agentes de seguridad aquí mencionados. Seguramente tienen un trabajo muy duro. Sin embargo, creo que se entiende que su realidad me sirve analógicamente para lo que deseaba transmitir. 

domingo, 31 de marzo de 2019

Preguntas de Felicidad

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Mi oficina es un lugar pequeño donde han tenido lugar grandes conversaciones, de esas que se disfruta recordar. Muchas han inspirado artículos de este blog. Como es el caso del que escribo en este momento.
Hablando de no recuerdo qué, un amigo me dijo -en inglés – happiness, it´s the journey, not the destination (la felicidad… está en la travesía, no en la meta). Venía a decir con esto, que le daba más o menos igual definir metas en su vida porque la felicidad era, sobre todo, disfrutar el momento presente. La frase quedó resonando en mi cabeza. Algo no cuadraba, al menos, en la interpretación que mi amigo quiso darle.
Estamos de acuerdo en que nuestra vida es una travesía, pero hay muchas posibles. ¿Cuál escoger? Eso solo se sabe si se conoce a dónde se quiere llegar. Sin metas, la travesía de la vida se convierte en un viaje hacia un destino incierto, con miedo -más o menos explícito- de acabar en algún sitio indeseado. ¿Puede ser esto felicidad? Es necesario descubrir que las metas de la vida no son solo planteamientos de futuro, lugares de llegada, son el criterio orientador del presente. Es el faro que dirige la travesía.
Cuando las metas orientan y dirigen la travesía, esta se convierte en instrumento de su realización. Es decir, las metas se van haciendo realidad a lo largo de la travesía. He aquí su potencial de felicidad.  Vamos encontrando la felicidad en la medida que la travesía nos va llevando a donde queremos ir.
Travesía y Meta, decisiones indispensables para la felicidad. Para definirlas, podrían servir las siguientes preguntas: ¿Qué quiero hacer? y ¿Quién quiero ser?
La primera construye el journey, la travesía. La tenemos que contestar muchísimas veces al día. Y, precisamente por eso, es la que nos resulta más familiar. La segunda, ¿Quién quiero ser? Es la que nos permite escoger nuestra meta, el destination. Es una pregunta difícil porque no responde a lo inmediato. Está planteada en la perspectiva del largo plazo. Supone una decisión sobre la existencia personal en su conjunto y por ello, requiere reflexión ponderada, pausada y también, consejo. Quizá por estas razones, con mucha frecuencia queda olvidada. Sin embargo, solo cuándo se tiene clara esta respuesta, me atrevo a decir, ¡buen viaje!

domingo, 13 de enero de 2019

La superación de la razón

Decía Pascal: el corazón tiene razones que la razón no entiende.
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Blaise Pascal
Desde muy niño he escuchado las críticas a mis padres por tener muchos hijos (tuvieron 9). Los argumentos que escuchaba me resultaban razonables, y, sin embargo, vivíamos tan felices que al mismo tiempo me sonaban ilógicos. Por ello, pasados los años, cuando leí o escuché la frase de Pascal quedé cautivado por ella. Veía expresada de un modo muy bello, aquello que desde niño intuía: la vida es el resultado de decisiones que se toman con la cabeza pero también con el corazón.  
Estoy convencido de que dar espacio al corazón es el camino para llenar la vida de emoción y aventura. Los racionalistas son aburridos y poco originales. No digo que haya que contradecir la razón pero si complementarla con las aportaciones de un corazón recto.
El corazón es una potencia del hombre que responde a la llamada de un bien sensible. Por un lado, está la llamada del amor. Por otro, la llamada de nuestras pasiones. El bien sensible que busca el amor es la felicidad de lo amado. Las pasiones buscan el bien en la satisfacción de los gustos personales.
Cuando la razón es habitualmente superada por un corazón que responde al llamado de las pasiones, el hombre se busca así mismo, su mundo es su propia persona y, por consiguiente, se cierra a lo distinto. Con el tiempo, un corazón que solo funciona así, acaba convirtiendo a su dueño en un auténtico egoísta. En alguien que juzga que el universo existe para complacerlo a él. Algo muy característico del relativismo moderno. 
Por otro lado, cuando la razón es superada por un corazón que responde al amor, el hombre sale de sí mismo, vive para causas o personas que lo trascienden y se engrandece. Es feliz haciendo felices a los demás. Bien reflejada queda esta actitud, en unas palabras que escuché del fallecido senador americano John McCain: “Nada en la vida es más liberador que luchar por una causa más grande que uno mismo, algo que te engloba pero que no está definido solo por tu propia existencia”.
Deseo para todos que el 2019 sirva para que aprendamos a escuchar y obedecer esta llamada del corazón al amor. Ampliará el horizonte de nuestra razón y llevará nuestra vida por aventuras emocionantes, valiosas y que harán a mucha gente feliz. Como la que han tenido mis padres con sus nueve hijos. 
"Lo único que hace falta para que el mal triunfe, es que los hombres buenos no hagan nada"
Edmund Burke